¡Sí hombre! la cucurbitácea, esa cosa que
está entre tus dos orejas y que lleva dentro lo que llaman materia gris, esa
que no es solamente para lucir la última creación de AGV, Shoei o Suomy y que
hay que cuidar como lo más preciado que tenemos para andar en moto, aunque
honestamente, por lo que se ve a diario en nuestras calles en cuanto a esta
actividad en particular, pareciera que muchos la hubieran mandado a “uso de
buen retiro” con injustificada antelación.
Resulta que uno de los aspectos
fundamentales a la hora de aprender, mejorar y poner en práctica el arte (y
ciencia) de conducir una motocicleta, es el aspecto de la preparación mental
tanto antes como durante el uso de la moto. Al respecto muchos hemos visto como
en las transmisiones de Moto GP por ejemplo, los pilotos tienen distintas
maneras de prepararse para las carreras desde un plano mental, Lorenzo por
ejemplo se sienta a escuchar música aislándose de los ruidos exteriores y Rossi
es bien conocido por sus rituales antes de subirse a la moto, rituales que más
allá de ser simplemente lo que parece (acomodarse las gónadas por ejemplo) en
realidad hacen parte de un rito que le permiten seguir un camino de
concentración y preparación mental para estar listo a la hora de la
salida.
No importa el tipo de moto ni qué tan lejos vamos, lo que importa es que estemos en situación de lo que estamos haciendo y de lo que puede pasar.
Naturalmente estos pilotos se juegan la
vida en las motos más potentes que existen sobre la faz de la tierra, y
entonces ¿qué tiene que ver con nosotros, comunes e ignotos motociclistas del
día a día que andamos ya sea en una pequeña 100cc o en una grande 1200cc? Que
nosotros, al igual que la élite del motociclismo mundial, nos jugamos la vida
cada que nos subimos a la moto, solo que nosotros lo hacemos cada día y ellos
dieciocho veces al año, solo que nosotros rodamos en calles con una innumerable
cantidad de peligros al acecho mientras ellos corren en los circuitos más
seguros del planeta, solo que nosotros damos por sentado que no nos va a pasar
nada por ir a comprar el pan, cuando a la hora del té, la verdad es que
estadísticamente existen más opciones de que a nosotros nos pase algo grave a
la vuelta de la esquina que a ellos por tomar una curva a 262km/h.
Aunque parezca mentira, ellos corren menos riesgos en la pista que nosotros en la calle.
Usar la cucurbitácea es simple y llanamente
ponernos en situación de lo que vamos a hacer y de asumir los riesgos y
responsabilidades que implica para nosotros el subirnos a una moto sin importar
si vamos por el pan o si vamos al país vecino; cada recorrido en moto nos exige
que estemos alerta, concentrados, atentos a los peligros potenciales que se
presentan en la vía, conducir cansados, estresados, iracundos, afecta nuestra
capacidad de percepción y de reacción y por lo tanto incrementan
considerablemente la posibilidad de sufrir un accidente, de igual manera
conducir dando por hecho que todo lo tenemos bajo control, que no hay riesgo
que no podamos enfrentar o peor aún, pensando que las cosas malas solo le pasan
a otros porque nosotros estamos por encima del bien y el mal, es un error que en
la moto se paga con consecuencias dolorosas y lamentables.

correcta, de ponernos en modo de disfrutar
y aprender dejando a un lado esa idea propia
del ser humano que nos hace creer capaces
de controlarlo todo por el simple hecho
de
que en teoría “sabemos hacer algo”.