No conozco al primero en mi extremadamente
limitada experiencia futbolera (lo admito), que vaya a echarse un “picadito” en
una de esas canchas sintéticas que proliferan hoy en nuestras ciudades,
ataviado de traje y corbata y zapatos de brillo “americano”. Ni siquiera van
con sus jeans, ni con la camisa del día. Todos tienen la pinta que pega duro,
su buena pantaloneta, su apropiada camiseta, por supuesto no faltan las
canilleras y ni qué decir de los guayos especiales para el piso del día y con
taches intercambiables de acuerdo a las circunstancias.
Aquí la pinta no es lo de menos, cuenta y
mucho. Las razones variarán de jugador a jugador pero creo no equivocarme si le
apuesto a las siguientes: comodidad (libertad de movimientos para realizar
gambetas, dribles, pases y demás maniobras); ligereza (para no sudar tanto); efectividad
(un “tenis” cualquiera no permite tener buena adherencia ni buen control del
balón); y por último la identificación con los demás jugadores de su equipo.
¡Ojo! Estamos hablando de un deporte en el
que a menos que suceda algo extraordinario, lo peor que podría pasar sería
encontrarnos con uno de esos jugadores con delirio de infranqueable que
usualmente juega en la defensa y cuya mayor virtud en la cancha consiste en que
lo que le falta de juego lo compensa con la facilidad con la que acaba con sus
adversarios. En ese caso, decía, lo peor sería unos cuantos moretones, tal vez
un ligamento torcido o una articulación magullada. Difícilmente la vida.
Uno nunca sabe cuándo va a pasar lo peor, puede ser incluso en un país lejano en medio de la nada,
en ese caso lo mejor es ir bien protegidos
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Solo para que nos hagamos una idea de lo
que estamos hablando, un casco (uno bueno y bien elegido, no uno de esos de esquina que venden a veinte de
mil) reduce el riesgo de muerte en un 66% de los accidentes, y para aquellos
que dicen que un casco puede matarlo a uno, ¿sabían que la velocidad máxima a
la cual uno se puede dar un golpe en la cabeza sin que quede como una caja de
huevos es de… 17 kilómetros por hora?
Esta es solo la punta del iceberg, en este
fascinante mundo de las motos hay un montón de cosas por aprender y por eso a
partir de ahora empezaremos a tocar en este espacio temas relacionados con la
seguridad, el control y por supuesto el disfrute sobre nuestras queridas motos.
“Pocas cosas hay tan excepcionales como un buen ingreso a
una curva, un paso rápido y
firme con la moto inclinada, una salida con
la mirada puesta en el siguiente ápice”.
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