Estos son tiempos de especializaciones, y eso puede
ser bueno, o tener su aspecto positivo; pero como dicen por ahí, todo en exceso
es perjudicial para la salud y, hay que reconocerlo, la especie humana tiende a
ser dada a los excesos.
Nunca antes en la historia del motociclismo había
existido un catálogo tan amplio de categorías de motos:, para tierra, para
velocidad, para turismo, doble propósito, de exhibición… y la lista de estilos
sigue y sigue y cada tanto algún fabricante presenta una nueva variedad,
generalmente traída como “la síntesis del motociclismo”, “la moto por
excelencia” porque lo hace todo o porque, según su creador, es la
personificación misma del motociclismo.
Cabría entonces preguntarnos ¿qué es el motociclismo?,
será a caso la velocidad pura, la trillada frase del “viento en la cara” (con
todos los impactos de mosquitos que eso conlleva), será el poder ir con
agilidad de un punto a otro, o tal vez será el vaivén de las inclinaciones en
las curvas…
En mi opinión el motociclismo es un compendio de
todas estas cosas y muchas otras más, la fantasía y el encanto derivado de
rodar sobre dos ruedas es algo sobrehumano, las motos son, en mi lega opinión,
unas de las pocas máquinas capaces de hacernos vivir emociones sublimes, diría
casi espirituales y no necesariamente por el mero hecho de ir rápido con el
viento azotando las pupilas.
Como decía hoy en día existen un sinnúmero de
opciones para todos los motociclistas, primíparos o expertos, y esa variedad se
agradece, pero hay ocasiones en que se encuentra uno ejemplos en la red, de que
lo más complejo, o en este caso lo más especializado no es necesariamente lo
mejor para vivir todo este cuento del motociclismo del que les he hablado hasta
ahora, sino que en la simpleza radica el secreto para jornadas enteras de un
motociclismo “tántrico” si se me permite la expresión.
Toda esta carreta para presentarles un ejemplo de lo
que les digo, la moto que han visto deslizándose en el desierto de Lone Pine,
California, en las fotos que acompañan esta nota, es la Jack Pine Triumph, una
“Desert Sled” como las llaman los norte americanos. Esta moto fue creada por
industrias Hammarhead, un taller de customización decantado por realizar
trabajos con motos nuevas y volverlas viejas, o al menos, reminiscentes de un
pasado ¡adivinen qué!? más simple.
La Hammarhead Jack Pine Triumph, ha sido elaborada
sobre la base de una Triumph Scrambler producida hace un par de años a la que
se le modificaron las suspensiones, el asiento, el escape y los carburadores
entre otras cosas y a la que además se le quitaron muchos otros componentes. En
algunas de las imágenes verán también una Trophy 650, y una T110 del 58, como
para comparar con las que inspiraron el proyecto y que se usaban originalmente
para estos fines.
A continuación el video, no es uno de esos con una
canción noble que le hierve a uno la sangre, hay mucha charla (en inglés) pues
de fondo se escuchan las voces del creador y del entrevistador pero vale la
pena por las imágenes que como siempre, dicen mucho más que las palabras. Como
resumen les dejo una frase tomada del video: