Moverse
en la ciudad, en cualquier ciudad de mediana para arriba, se ha vuelto una
pesadilla, por el tiempo que se pierde y que podría estar empleándose en un
montón de cosas más entretenidas/más productivas, por la cantidad absurda de
personas/vehículo que tratan de ocupar un mismo espacio a la vez, por los
niveles ridículos de intolerancia que manejamos entre todos… se habla de la ley
de la selva, en la jungla de concreto y, seamos honestos, moverse así se vuelve
aburridor. Pero entonces llega BMW, te da una palmadita en el hombro y te
enseña el C 400 X. La miras de reojo y te quedas como pensando:
“¡Ve! ¿Será esta una alternativa que mejore estas expediciones selváticas?”.